domingo, octubre 26, 2008

Sobrevolando en paraguas




A las seis y cuarto he abierto la ventana del salón en pleno invierno
y, copiando el desequilibrio más típico, he permanecido desnuda;
sólo unos calcetines grandes que te iban bien a ti
y un paraguas feo y viejo sobre mi cabeza.
Parada en el quicio de la ventana, feliz de pensarte,
de descubrir hasta en la brisa tu boca soplándome,
de ver a lo lejos pájaros sin color que no saben de ti mientras se esconden del frío
y un sauce llorón que imita la forma de mi cuerpo pero sin paraguas;
un escalofrío galopante idéntico a tu puerta que se cierra
y una cama sin sábanas en la otra punta de la casa.

En primera línea no hay farolas, al fondo ya sí.
Por allí pasa el tren, ¿sabías?, un tren cada dos horas, uno de cada dos de mercancías,
y en el andén espera un perro de bigotes blancos que cree que ya no es mío
porque espera ese tren tuyo que parece de los viejos de antaño, de caldera,
de maletín y bombín chato, de ti en viejas fotos y sombrereras,
de ti en el rizar del pelillo de mi nuca aquí desnuda,
de ti en el borde de la acera sin luz,
en la base de mis pies y tu suelo frío,
de ti en el caballete de pintura,
en mi ropa tirada en el quicio de la bañera,
de ti en este frío que me galopa y me encoge,
de ti en mí y en mi paraguas que no sirve para nada aquí dentro,
ni para volar si me lanzara en calcetines
por la ventana, entre estos pájaros que juegan
al escondite por si llegases de pronto.

Sigues bailándome




He colgado tu ropa mojada
de la cuerda de mi patio.
La brisa mueve
tus brazos de camisa
como un hombre enfadado
o a punto de ganar algo grandioso.
Hincha tus pantalones
como lanzándote vestido
al cielo
en gran pirueta.
Tus calcetines grandes sin zapatos,
cómodos tus pies en el aire.

Hace varios días se secaron tus ropas,
pero tu tela parece querer abrazarse
en volteretas
a mi cuerpo.
No me atrevo a doblarte,
a descolgarte de mi memoria.
Prefiero mirarte, desmembrado,
danzarín sin meta
en la cuerda de mi patio.
Quiero gritarte que pareces un pato sin agua
y reírme tontamente
de ti y tus movimientos
sin legado.

Así hoy sigues
bailándome
desde el fondo de mi patio.

Hombre no acuático





Es alentador tenerte,
ver tus dos manos al timón
prendiendo el lazo complicado
que ancla
el barco
al cielo
en plena tormenta de aleteos.

Es alentador conservar la calma,
tener branquias cuando sumerges
nuestra historia bajo el agua.

Espera, apagaré la luz.
Suena música cada
vez más cerca.

Logro respirarte, a ti y a tus ojos
de aguas picadas.

El mar rompe a los pies de la cama;
un pez cogió mis gafas.
Tal vez no veía bien...
qué alentador que vea,
que no tropiece en tus zapatos,
que sepa
esquivar las puertas semiabiertas
de esta casa.

Te duchas en pleno pasillo
bajo estas aguas tibias.

Yo tengo tiempo de verte,
de querer tus caderas,
tu sexo,
de aplaudir las aguas,
las versiones apagadas de las notas
en este último revuelo.

Todo es querer. Y yo quiero.
Hoy lo he logrado, soy pez de agua dulce
que sala las comidas insípidas
al lado
de tus aletas de hombre disfrazado.

Te imploro traerte aquí la superficie.
Perdí el trabajo no acuático,
el calor de las aceras,
el teléfono que flota,
su cable enrollado,
extenso.

Tu resoplido resultó ser una
gran burbuja saliendo de tu boca.

Estás gracioso aquí abajo,
hombre no acuático.
Estás gracioso fuera de contexto
junto a mis escamas.

No has perdido tu seriedad conmigo,
pero sí el sonido de tus pasos
y el rozar de la sábana
en un mal sueño.

Estás gracioso,
hombre fuera de tierra.

Tus ojos buscan ventanas
en esta pecera llena
de distracciones.

Mira qué piruetas hago,
qué serenidad de calma acolchada,
de usurpador de pesadeces
y tormentas de acero.

Aún no sabes respirar,
hombre no acuático,
bajo mis aguas.

Escenas circenses (Por pasos)




Somos un nudo de venas, de caminos cruzados;
de deseos, tal vez, mal formulados.


PASO 1

«Permite que te invite
a la despedida»,
que te haga ver la escena
circense
desde el último palco,
allí arriba.

Ya empieza a entrar la gente:
niños corneta,
mujeres bola,
bigotes con zapatos impolutos de fiesta
y la última abuela, agotada de
cuestas y festines de maleta.

¡Siéntense, señores!
Prepárense para lo mejor.

Por fin llegó a esta tierra de remolinos y perros cojos
el gran circo que nació circo y morirá en aplausos tristes.
La mujer barbuda hija de mujer barbuda nieta de mujer barbuda.


PASO 2

¡Señoras y señores,
niños y marionetas!
¡Con vosotros
—con nosotros—
el equilibrista equino,
el hombre elefante,
la mujer calva!

¡Con vosotros
—con nosotros—
la bailarina esquiva
y el león doméstico!

Yo miro arriba, al último palco;
pareces ensimismado, neutro, imaginando
el león alfabetizado.

¡Con vosotros
—con nosotros—
el hombre fuego,
el corazón que da vueltas,
el centrifugado de almas de batalla!

Y nosotros miramos,
tú arriba,
yo abajo,
lo rápido que giran todos en el centrifugado,
la música dolorida,
el trampolín sin rejilla,
el ronroneo curvado
del espectador.

Las marionetas que aplauden llenitas de ansiedad,
los vestidos ajados de emperadores muertos,
la pintura blanca del mimo,
la gran cagada del elefante asustado.

El presentador,
frac encendido sin cuello,
junta las manos, encogido,
perlado de sudor.

Tú y yo sorprendidos—nosotros—:
esta fiesta con hilos nos provoca
un resquicio
de respeto;
un dolor que baila de puntillas
con guantes blancos y luces de camerino.

Primeros ejemplares en el escaparate de Librería Popular



27 paraguas y Los fantasmas de Edimburgo en el escaparate de la librería Popular Libros: http://www.popularlibros.com/

Fue una sensación muy buena... Gracias, Eloy.

27 Paraguas



El pasado viernes 24 de octubre se presentó en el Café-concierto NIDO DE ARTE (Albacete) la publicación de 27 paraguas. Fue una noche muy acogedora, intimista, animada, fresca. Un gozada.
Más info en: http://www.eloymcebrian.com/yorick/index.html y en: http://www.eloymcebrian.com/yorick/27_paraguas.html

Si alguien se "atreve" a comprar un ejemplar, puede pedírmelo en:
estelletalavera@gmail.com

Vale 8€.
Un abrazo.